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Sociedad | Reinosa

Protección Civil, más vale prevenir que curar

Protección Civil, más vale prevenir que curar

Reportaje sobre la agrupación de voluntarios de Reinosa, compuesta por trece personas, que dedican al año más de 1.600 horas en labores de prevención y apoyo

Javier Martín es desde 1994 el responsable de Protección Civil de Reinosa, una agrupación compuesta por 13 voluntarios, que junto a otras 40 agrupaciones de Cantabria suman un total de 500 personas en toda la región, y se dedican a la prevención de incidentes en actos y al apoyo de las fuerzas de seguridad existentes. 

Ayudan sin esperar nada a cambio y 1.600 horas al año de voluntariado es una cifra que permite hacerse a la idea de su compromiso con la sociedad. Prefiere que los recuerden como los que incordian cortando calles a que los vean levantando camillas. Y los agradecimientos se lo guarda para los familiares de los voluntarios por saber sobrellevar las horas que pasan fuera de casa.

Martín lamenta que en España siempre se pongan soluciones después de que ocurran las tragedias. Poco amigo de las aglomeraciones, denuncia la falta de una normativa que vigile in situ las medidas de seguridad durante los eventos.

El ámbito de actuación de la agrupación de Reinosa abarca desde Bárcena de Pie de Concha hasta el límite de la provincia al sur con Palencia y Burgos, pero todos los voluntarios acuden al lugar donde se los necesite. Desde Valdáliga para ‘El Soplao', a Castro-Urdiales por ‘La Pasión' o San Vicente con ‘La Folía'.

Durante 2012, los 13 voluntarios de la ciudad han participado en 69 eventos programados y en 19 emergencias. Traducido en tiempo y con una estimación a la baja, suman 1.598 horas al año.

En Protección Civil de Reinosa no se cobran dietas, el ayuntamiento financia los pocos gastos que producen, destinados a pagar los seguros y el mantenimiento del material y el local, conocido tradicionalmente como ‘La Casuca del Puerto'. "De hecho gastas algo de dinero pero ganas muchas otras cosas. La satisfacción de haber ayudado, algo que te sale de dentro", puntualiza Martín.

Para coordinar su labor, los miembros de las agrupaciones celebran reuniones mensuales, en función de los servicios que haya que realizar ese mes. Por regla general, los eventos son a largo plazo y hay margen para organizarlos con precisión.

En cuanto al trabajo que desempeñan, Martín prefiere que les recuerden por ser "los que incordian cortando calles y carreteras a que lo hagan porque nos han visto tirar de camilla. A veces tenemos que realizar alguna labor de sanitario y primeros auxilios. Intentamos tener una formación muy similar a la de los profesionales para dar la mejor respuesta posible. Se trata de estar allí, no de ser testigo".

Participan activamente en la búsqueda de desaparecidos, actividad compleja que les ocupa mucho tiempo y que por estadística realizan una vez al año. Los días en que se organizan mercados se encargan de habilitar espacios para que pueda pasar una ambulancia. Donde muchas personas ven un buen ambiente, ellos perciben aglomeraciones y un peligro potencial.

Durante las pasadas fiestas de la capital campurriana, mantuvieron reuniones previas con las fuerzas de seguridad para concretar el recorrido y evitar problemas. El día de San Mateo triplicaron su presencia en las calles de la ciudad, acudieron voluntarios del resto de Cantabria, sumando hasta 32 miembros. Y el Día de Campoo necesitaron alguno menos porque la actividad estaba localizada en un punto concreto, pero también aumento la cifra, 23 voluntarios.

Hincapié en la prevención.

Echa la vista atrás y recuerda alguna tragedia como la del Madrid Arena o el terrible descarrilamiento del tren en Angrois, "somos un país que pone los remedios después de que hayan ocurrido las tragedias". Como momento de inflexión para endurecer la normativa en la celebración de espectáculos, señala al incendio de la discoteca Alcalá 20, donde fallecieron 82 personas.

"Nosotros pecamos de exceso y si eso conlleva que se pongan más medidas, estamos a favor. Más protección y menos gente en los eventos". Apela al sentido común, "si entran 20 no metas 40".
En este sentido, considera que la legislación para los grandes eventos está "cogida con pinzas" y se lamenta porque no haya nadie que se encargue de vigilar la aplicación de las leyes de seguridad durante los actos.

Preguntado por los sucesos en los que participan los voluntarios, comenta que "te vas curtiendo, las situaciones no son iguales y ver sangre un día y aguantar no quiere decir que otro día te encuentres igual". Para estar preparados y sobrellevar este tipo de situaciones realizan cursos de capacitación y preparación psicológica.

"Por suerte, en todos los sentidos, aquí no hay muchos sucesos desagradables. Y además, la comarca se ha ido dotando de más profesionales públicos: profesionales del Servicio Cántabro de Salud, el personal del hospital o el parque de emergencias del 112 con los bomberos".

Según su criterio, los primeros auxilios tendrían que ser una asignatura obligatoria en los colegios. "Cuando voy al cine, lo primero que hago es fijarme en las salidas de emergencia. Ahí no están educando, entramos por una puerta y salimos por otra".

Con un tono totalmente diferente, recuerda el evento más multitudinario en un espacio cerrado en el que participó como voluntario, un concierto de Operación Triunfo en el Ferial de Torrelavega, ante más de 40.000 personas. "La organización fue muy bien. Eso sí, hubo una colección de desmayos apoteósicos con las salidas de Bustamante y Bisbal". Anécdotas aparte, este acto marcó un antes y un después para los voluntarios en Cantabria. "Una guía de buenas prácticas", puntualiza.

Vocación y fidelidad.                                                                                                                                                               

Javier Martín entró como voluntario de Cruz Roja con 15 años. "Al principio, era un sitio de reunión en el que coincidíamos los amigos, pero poco a poco te va picando el gusanillo de ayudar, y de repente te sientes reconfortado cuando ves que la gente te da las gracias. No buscamos la palmadita en la espalda, pero sí te sientes bien por el mero hecho de ayudar".

A su juicio, dedicar el tiempo libre a la agrupación "no compensa, en el sentido en que te ocupa tu ocio y gran parte de tu vida personal. A quien hay que dar las gracias es a las familias de los voluntarios por aguantarnos".
Considera que es complicado cuadrar la vida laboral y personal con las labores de voluntariado. "No hay que machacar al voluntario. Así, el día en que descuelgues el teléfono a las 4 de la mañana por una emergencia, y lo coja su pareja, me diga: ahora lo despierto".

Martín reconoce que "hay días en los que no duermes, las emergencias no se pueden programar. Por ejemplo, el día del bestial incendio de la Plaza de Abastos la gente vino a las 14 horas y se fue a las 20.30 porque tenía que trabajar a las 22 horas. Nos dimos cuenta de que teníamos hambre a las 19 horas".

De ‘los naranjitos' hasta la semi-profesionalización.

La figura del voluntario de Protección Civil surge a raíz de la organización del Mundial de Fútbol España '82. De ahí el color y el término ‘naranjitos'. En Reinosa están presentes desde 1981. Para su creación confluyen la iniciativa y la voluntad política y popular.

Gobierno y sociedad coinciden en la necesidad de un cuerpo con estas características para complementar la labor de las fuerzas ya existentes. Otro ‘boom' de voluntarios se produjo con las desproporcionadas inundaciones de Bilbao en 1983. Surge una concienciación para prevenir accidentes y desgracias en los grandes acontecimientos.

En la actualidad, las agrupaciones dependen de la Consejería de Presidencia, antes cada una iba del color que quería y ahora se tiende a homogeneizar criterios. De hecho, la normativa obliga a que los uniformes sean azules, pero por cuestión de reconocimiento visual se mantienen las bandas reflectantes naranjas.

Los voluntarios de ahora han ido adquiriendo paulatinamente una formación muy completa, que los aleja de esas primera etapa de los ‘naranjitos', etiqueta que consideran peyorativa y que tiende a desaparecer.

Quitar labor, no el empleo.

Martín nos habla de la polémica surgida en Camargo por el cobro de dietas. "Cada municipio tiene libertad para enfocarlo como quiera. Aquí no ha habido la necesidad de tener un servicio permanente y en Camargo a lo mejor sí. En cuanto a la situación con los bomberos, quiero aclarar que nosotros quitamos labor no el puesto de trabajo.

"Hemos sido grandes defensores de la necesidad del parque de emergencias que se ha instalado en Reinosa. Parece que hay una fijación en contra de los voluntarios que no tiene razón de ser. Aquí nadie va a quitar el trabajo a nadie", y prosigue, "no sustituimos a nadie, no somos profesionales. Somos un refuerzo y principalmente nuestra labor es la de prevención. Intentar prevenir pero si hay que intervenir se interviene". De ahí la importancia de los cursos de formación.

Para tener esa preparación adecuada y saber responder en los momentos cruciales. Los voluntarios están en continua formación a través de cursos. En estas fechas van a comenzar a realizar los de gestión y coordinación de emergencias, primeros auxilios y traumatizados, búsqueda de desaparecidos, normativa y desfibrilador.


Puertas abiertas.

Desde el año 1994 -cuando es nombrado responsable- hasta la actualidad, todavía continúan siete de los diez voluntarios que había en ese momento. Aquellos que ya no están es por cuestiones laborales o personales, no porque hayan renunciado voluntariamente a colaborar con la agrupación, comenta Martín, que recuerda que el último voluntario en entrar en la agrupación fue hace tres años.

El método de captación se produce a través de campañas del Gobierno y, por otro lado, son las propias personas interesadas en colaborar quienes acuden al centro. Asimismo, Javier Martín abre las puertas a las personas para que acudan al centro. "Todo lo que sea voluntariado cuanto más mejor, en nuestra agrupación tres o cuatro personas más nos vendrían muy bien".

Los requisitos para formar parte de la agrupación son tener la mayoría de edad y realizar un examen obligatorio, recogido en los estatutos, para valorar el compromiso de la persona que quiere formar parte del grupo. "No es lo habitual, pero se ha dado el caso de gente que lo quería era entrar a los conciertos y a los estadios deportivos gratis. Somos personas que queremos ayudar sin esperar nada a cambio", concluye.