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Deporte| Reinosa

Memoria viva del deporte campurriano

Memoria viva del deporte campurriano

Lolo Fraile, Paco Floranes, Raquel Blázquez, David Ibáñez y Diego Morales fueron reconocidos por sus trayectorias

Han competido a un buen nivel durante sus trayectorias deportivas y todos, a pesar de no haber vivido de ello, guardan en su memoria algún momento de éxito durante su carrera. Ya sea entrenar con Alberto Herreros o el hijo de Clifford Luyk para ganarse un puesto en el equipo baloncesto de Valladolid; pelear por estar entre los mejores del Triatlón Blanco; correr al lado de las mejores atletas nacionales en el Campeonato de España de Cros; disputarle a Tete Rodríguez o Linares algún campeonato de bolos, o permitirse el lujo de tirarle un 'caño' a un futbolista de primera división en una eliminatoria de la Copa del Rey.

Este pasado viernes, el escalador Pablo Ruiz se llevó el premio como Mejor Deportista Campurriano de 2015 pero también hubo tiempo para reconocer el mérito de aquellas personas que han escrito y continúan forjando la historia del deporte en esta comarca. Ayer, el premio a la Viejas Glorias (más de agradecer por el apellido que por el nombre) recayó sobre Raquel Blázquez, Paco Floranes y Lolo Fraile, y el del Pundonor fue para David Ibáñez y Diego Morales. Ayer,  los cinco volvieron a ser deportistas. 

'Lolo' Fraile, marino, pendenciero y genio, nació en 1946 y se crió en la santanderina calle de El Carmen, cerca de la rotonda conocida popularmente como 'La sardinera', que se construyó en homenaje a las pescadoras de la ciudad, entre ellas su madre. Llegó al CD Naval de Reinosa en 1973 después de haber jugado en el Rayo de Cantabria, Racing de Santander Aficionados y SD Huesca. Previamente había viajado por el mundo embarcado en la Marina Mercante y de vez en cuando, cuando le apetecía, fichaba por equipos de fútbol con la intención de conseguir un empleo continuo, gracias a los convenios que antes mantenían los clubes para buscar un trabajo a los futbolistas con talento dentro de las empresas del pueblo y permitir que siguieran jugando en el equipo.

Ventura Fraile Prado vino a Reinosa "a pasar un San Mateo" y ya lleva 43. Llegó a la capital campurriana de la mano de su vecino y entrenador 'Saro'. Fue jugador navalista hasta 1980 y muchos de los que han pasado sus tardes en el Campo de San Francisco coinciden en que esa década fue la mejor del club. Unos años setenta en los que el deporte de Di Estefano evolucionó al de Cruyff y en el que el fútbol ya se pensaba diferente. 'Lolo' bailaba en el centro del campo como organizador, tenía buen presencia, lucía el 10 a la espalda y el brazalete de capitán en varias temporadas. Se podía permitir tocarla de primera para no trabajar el doble, atacaba más que defendía y le gustaba "hablar a la pelota".

Mucha veces sus partidos comenzaban el día antes y otras noches acaban al alba, pero al día siguiente, lo que no se le quitaba al futbolista en el campo era la técnica. Elegante y chulo en el buen sentido, es autor del 'caño' más conocido del fútbol campurriano, cuando en un partido de Copa del Rey contra el Valencia CF, en el que los reinosanos perdieron por goleada, le pasó el balón por debajo de las piernas a Cañete, al grito de "¡cuidado chaval!". Un gesto marca de la casa ante un jugador que era internacional con la selección española y que tenían varios años más que él. 

'Lolo' Fraile pertenece a la generación de futbolistas de Mari Castañeda, Rafa de Brán, Cobo, Paco Cabezas o Antonio Ruiz; es bastante más joven que los hermanos Eloy y José Luis de Cañeda y algo mayor que Juan Carlos, 'Piru' y José López. En su primer año ascendieron de Primera Regional a Tercera (la Segunda B actual). La temporada siguiente disputaron la Copa de Aficionados y cayeron en semifinales contra el Betis de Gordillo, Alex y Ortega. En 1976 desaparece esta competición y los clubes modestos, con el objetivo de 'hacer caja'  a cuenta de los grandes, participan en la Copa del Rey. El sorteo del bombo les depara un coco, el Valencia CF de 'El Matador' Kempes, Adorno, Jesús Martínez o Carrete. Se enfrentan a ellos el día de San Mateo en el Luis Casanova de la ciudad levantina y, aunque juegan sin complejos, caen por 6-0 dejando prácticamente sentenciada la eliminatoria. "Todavía está de baja el chaval que tenía que cambiar los números del marcador", asegura 'Lolo' con su retranca habitual. Hace balance de su etapa de futbolista, se acuerda con cariño de todos los que ya no están y también de los siguen. "El mejor recuerdo que tengo del Naval es todo lo que me ha querido la gente", subraya con orgullo el exfutbolista que no tiene palabras para agradecer a su mujer lo mucho que ha hecho por él.

Una madre que descubre el deporte

Una trayectoria en las antípodas de la de 'Lolo' Fralie es la de Raquel Blázquez, que se inició en el atletismo a la vez que sus hijos, pero con la tardía edad de treinta años, y de la mano del siempre presente Tito Carrera. Sus primeras zancadas las dio campo a través participando en los cros del calendario regional. Su mejor año fue prácticamente el de su inicio y en 1993 ganas varias pruebas.

Después de lograr la sexta marca regional, acude a la localidad vizcaína de Amorebieta para enfrentarse a corredoras como Julia Vaquero. De ahí guarda su mejor recuerdo, de un campeonato nacional de cros en un recinto que a los pocos días albergo el Mundial. La temporada siguiente, con 35 años, pasa a Veteranos y decide ampliar sus opciones compitiendo en pruebas de 1.500 y 5.000 metros. Una decisión que la permite obtener sus mayores logros deportivos como fueron proclamarse campeona de España en 1.500 y 5.000 metros en Jerez de la Frontera. Raquel sigue corriendo y ganando carreras hasta que se retira, poco a poco, a los cuarenta lastrada por una lesión. No sabe precisar cuales fueron sus mejores tiempos pero apunta que corría los 1.500 en cinco minutos y los 5.000 metros en unos 20 minutos. "Ahora se hace en mucho menos pero antes no estaba mal", asegura. Hoy, con 54 años, enseña todo lo que ha aprendido a los jóvenes del Club Reinosa Running.

Los bolos han formado parte de la vida de Paco Floranes durante sesenta años. Aprendió en el Campo Colorado a la edad de 11 y a los 17 ya se llevó sus primeros concursos en Reinosa y Naveda. Ha sido jugador de Primera y miembro de la Peña Bolística Besaya de Pesquera durante doce temporadas, en las que cosechó su mejores resultados tanto a título individual como por equipos. También ha jugado en la Peña Bolística Ebro, en el equipo de Anievas y se ha enfrentado a jugadores de la talla de Tete Rodríguez, Arenal, Linares o Fuentevilla. Hasta este año, que se ha retirado, jugaba en el equipo de veteranos de Pesquera. Una dilatada trayectoria que le ha llevado a disputar más de 50 ligas y en la que ha perdido la cuenta de los torneos locales que ha ganado. Siempre con buen tino, es habitual verle jugar a la rana o a la petanca, juegos en los que también ha hecho acopio de una buena colección de trofeos.

Saber reciclarse

Hoy es habitual ver a David Ibáñez entrenar, competir y sufrir en las carreras en las que se dedica a seguir el ritmo de su hija Lucía, pero el triatleta de 56 años no se lo pone fácil porque lleva en sus piernas un rodaje de 25 años. Fue pionero en las carreras de bicicleta de montaña que se celebraban por las pistas de Cantabria, concretamente en Campoo, y desde 1992 ha participado en un sinfín de pruebas de cros, duatlones, marchas btt y especialmente en triatlones de invierno, donde ha conseguido sus mejores resultados: el Campeonato de Cantabria y un tercer puesto de España en su categoría, en la edición de 2004 del Triatlón Blanco de Reinosa. Un deportista polivalente, siempre al aire libre, que estos días se está recuperando de una lesión y en cuanto esté a punto volverá a acompañar a sus hijos en sus retos deportivos.

Por su parte, Diego Morales es el principal artífice de la celebración del concurso comarcal de bolos de Santiago y del torneo de San Mateo de Reinosa, donde los mejores jugadores nacionales se citan en la bolera de Las Fuentes para disputar una prueba emblemática del calendario regional a la que el público campurriano es fiel cada 20 de septiembre. Está inmerso en un proyecto para crear una escuela de este deporte tradicional en Reinosa y actualmente, con 36 años, juega la liga de bolos con la Peña Bolística Besaya de Pesquera en Segunda división. Pero ese reconocimiento a Diego no le viene solo como mantenedor de los bolos, sino que premia su trayectoria como promesa del baloncesto y las siguientes temporadas en las que lideró al equipo de Reinosa. 

Una etapa de su adolescencia en la que el Real Madrid llamó a su puerta, superó un criba entre 100 jugadores y fue uno de los 10 elegidos en el proceso de selección, pero cuya incorporación no se consumó, ya que según Diego, el club blanco apostó por jóvenes de la capital que suponían menor desembolso económico. No obstante, su talento y calidad como base no quedaron en el olvido y los ojeadores del Fórum de Valladolid le repescaron. Nuevamente tiene que demostrar su categoría y en unos entrenamientos en Ávila, junto a jugadores emblemáticos como Alberto Herreros o el hijo de Clifford Luyk, el equipo decide ficharlo y juega dos temporadas en categoría júnior Nacional, protegiendo el balón por todo el país. 

Aun así, la experiencia no cuajó y vuelve a Matamorosa. De nuevo en casa, el base, con una muñeca impecable, posibilita que el CB Reinosa logre en la temporada de su retorno y en su tercer año como júnior, el subcampeonato de Liga y Copa y, como curiosidad, ganan al Calasanz después de dos años invicto. Ya en la temporada siguiente pasa al equipo sénior y disputa varias temporadas en las que siempre deja algún detalle de su calidad. Después de su etapa como jugador de baloncesto, cambia el parqué por la arena de las boleras. Se inicia en la escuela de bolos de Matamorosa de la mano de Javier Pernía y 'Chuchi el de Comillas', después juega con el equipo de Requejo y comienza a organizar eventos en la comarca, los únicos que se celebran hoy en Reinosa.