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Actualidad | Reinosa

"En el mundo hay personas cuya vida termina a las seis de la tarde por la falta de luz"

El campurriano Raúl Gutiérrez, periodista y miembro de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo, trabaja en la instalación de luz y energía en los campos de refugiados de Etiopía

Cuando, con la maleta vacía, la voluntad exige salida, no como huida, sino como encuentro con culturas y sociedades, Raúl Gutiérrez no se lo piensa dos veces. Miembro de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, se trasladó a principios del pasado junio a Adís Abeba, capital de Etiopía, para desarrollar un proyecto que emana de una alianza público-privada encargada de brindar luz y energía a Tigrai, región del norte del país africano. España, junto con la Unión Europea, prioriza los planes estratégicos de cooperación, "en países como los del Cuerno de África cuyo producto interior bruto depende en gran medida de las donaciones y de la cooperación internacional", declara el también periodista. Graduado en la Complutense de Madrid, en la rama comunicativa, y tras haber cursado un Máster de Cooperación en la Universidad de Cantabria, le dieron la oportunidad de irse un año a trabajar fuera. Eligió Honduras. Espero, mis palabras sean para vosotros un preludio de lo que sólo Rulo Raulas conoce.

En 2009 la República Parlamentaria de Honduras, encabezada por Manuel Zelaya, sufrió un golpe de estado. Momento histórico que impulsó a Raúl Gutiérrez a trasladarse al país latinoamericano, donde comenzó su carrera profesional como becario del Departamento de Necesidades Básicas de la AECID. En 2011, empezó a trabajar en la Secretaría de Salud en un proyecto de reducción de la mortalidad materno infantil en Tegucigalpa, capital de Honduras, convirtiéndose después, en el Director de Desarrollo Comunitario de la ONG Norteamericana Global Brigades, "era el vínculo con comunidades rurales de 200 habitantes que carecían de acceso a luz y, en ocasiones, a agua". "Son situaciones que te hacen replantearte como vivimos", explica, "allí hay mujeres y hombres cuya vida termina  a las seis de la tarde por la falta de luz". "Son personas que a pesar de tener que luchar cada día por no contraer enfermedades como la diarrea, son felices y demuestran una generosidad realmente impactante", apunta.

Después de dos años de contacto con las comunidades, consiguió una plaza en la AECID dentro del proyecto de Fondo y Cooperación de Agua y Saneamiento, que actuaba en tres ciudades medianas de Honduras (Comayagua, Gracias, Santa Rosa) y en la mancomunidad de Mamsurpaz. Etapa profesional que ha compaginado con su faceta periodística. Exactamente en la radio, donde dirigía  primero el programa RadioHouse por las tardes, enfocado en la realidad deportiva nacional e internacional, "un programa del estilo a 'El Larguero', aclara. En su último periodo en Latinoamérica también estaba en antena por las mañanas trasmitiendo música de los ochenta y los noventa y clásicos del rock, mientras comentaba la actualidad matinal.

Si la confianza no se convierte en arma, la persuasión se vuelve insuficiente. En la nación latinoamericana tradicionalmente se cortaba la leña para cocinar en casa, "lo que generaba hollín y causaba enfermedades respiratorias". Él proponía como solución el eco-fogón, una plancha de cocina que expulsa el humo de la convulsión al exterior. La apariencia de imposición y no de posibilidad de su ofrecimiento a veces conducía al rechazo de los miembros de la comunidad. Al igual que les sucedía a las madres con los hospitales. Raúl Gutiérrez ha presenciado como, en ocasiones, las mujeres preferían confiar en una partera cuyos conocimientos se reducían a la práctica, que acudir a un hospital. Dos situaciones de las que se puede extraer un aspecto esencial: "si la partera es un valor para la comunidad tienes que trabajar con ella, utilizándola como medio para que les convenza de acudir a un centro sanitario o dotándole tanto de apoyo logístico como de conocimiento". Pero la realidad de los hospitales hondureños no es mucho mejor. "Se me cae la cara de vergüenza", afirma al recordar a los pacientes y las madres a punto de dar a luz tirados en el suelo esperando durante horas a que les atiendan. "Una de las cosas que más valoras cuando estas fuera es el sistema de seguridad social que tenemos en España", explica, "especialmente en la calidad del trato y la accesibilidad de los medicamentos".

Al terminar su primer contrato real con la AECID, pasó a formar parte de una empresa de impacto social, que buscaba la rentabilidad financiera solventando problemas sociales. Una labor que realizaba mediante la revitalización del centro de Tegucigalpa, con la compra de edificios para construir un centro de emprendimiento que facilite espacios a los emprendedores a coste de mercado reducido, con acceso a formación y a la cámara de comercio. Es decir, involucrando a la comunidad en los proyectos de la empresa.

De repente, de un momento a otro, Raúl Gutiérrez volvió a trasformar su contexto. Con la maleta siempre dispuesta aterrizó en Adis Abebe, capital de Etiopía, para hacerse responsable de la facilitación de red eléctrica, de la instalación de luces en las calle con el objetivo de evitar asaltos, abusos y violaciones, y de los  sistemas solares en aquellas casas a las que no se pueda conectar la luz eléctrica. Acciones que se van a llevar a cabo en  cuatro campos de refugiados y cuatro comunidades de la región de Tigrai para evitar conflictos entre naturales y extranjeros por la distribución de recursos. Además, van a facilitar a las personas dentro de los campos conocimientos especializados para que puedan ocuparse de todos los aspectos, desde la instalación, hasta el mantenimiento y la  venta.

Muchas de las personas que viven en los campos son refugiados que huyen del régimen autoritario de Isaías Afewerki en Eritrea. Un país africano que obliga a los jóvenes a hacer un servicio militar de cinco años. Algunos de ellos son capturados en Etiopía antes de comenzar la ruta hacia Europa, que cruza Sudán y Libia. Incluso la idea más irracional no parece desesperada en ocasiones extremas. Esto les sucede a los menores que no vienen acompañados. Al estar sus familias en EE.UU o Canadá contratan a un 'Conyote' que les guíe por Sudan hasta Libia, "es una ruta muy peligrosa, hay mafias que les secuestran para la venta de órganos, la esclavitud o la trata de mujeres".

Si algo tiene claro Raúl Gutiérrez es que viajar tiene que servir para valorar lo que uno tiene, no para huir de ello. Un trotamundos que no quiere ser catalogado de nómada. Él sabe dónde está su casa, de hecho, dice no querer imaginarse dentro de unos años viviendo fuera Cantabria. "Es bueno vivir en el extranjero para poder apreciar la calidad de vida que tenemos en Reinosa, poder pasear tranquilamente, ver a los niños correr en el parque son cosas que no se pueden hacer en otros países por inseguridad" aclara, "nos quejamos de vicio".