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Campurrianos | Campoo de Enmedio

Una empresa en movimiento

Una empresa en movimiento

Recorrido por la historia de Talleres Hidalgo, un negocio familiar que comenzó con tres personas en el Pozo Pozmeo de Reinosa y que en la actualidad genera desde Requejo una veintena de empleos en la comarca

El comienzo de Talleres Hidalgo tiene su origen en el Pozo Pozmeo, en el garaje de ‘los Garmendia', cuando Félix Ruiz Lantarón funda por su cuenta un negocio en el que entró a trabajar Federico Hidalgo cuando volvió de Alemania después de vivir allí un par de años. Una vez que cumple con el servicio militar, también se incorpora al negocio su hermano menor José María. Corría el año 1969, recuerda ‘Mari', que retiene en su memoria el estreno en el taller coincidiendo con una copiosa nevada de invierno.

Por aquellos años despega el sector del automóvil en España con marcas como Seat, Renault, Talbot-Simca y Citroen cuando "comparar uno de aquellos utilitarios con un Mercedes era como hacerlo hoy con un Dacia y Porsche". Ellos se dedicaban a la reparación de vehículos, incluyendo la mecánica y la chapa y pintura. "Antes no se tiraba nada", sostiene Marí, que aceptaba todos los encargos que le solicitaban sus clientes sin escoger los trabajos.

Con el paso del tiempo, el fundador de la empresa se traslada a Arroyo y se quedan al frente los dos hermanos Hidalgo por su cuenta, uno ejerciendo de chapista y otro de mecánico. Ambos conocieron el oficio en su etapa previa como aprendices en el Garaje Moderno de Reinosa, lo que hoy es en la actualidad un amplio local dividido en dos bares de la céntrica Plaza de la Constitución de Reinosa,

Permanecen en el Pozo Pozmeo hasta mediados de los años setenta y se trasladan a Requejo, donde ya vivían desde los 8 años -ellos descienden de Monegro y Corconte (Campoo de Yuso)-, porque el antiguo taller se queda pequeño y su volumen de trabajo va en aumento. Allí compran un terreno de 1.000 metros cuadrados que dividirán a partes iguales en una nave y un patio.

Progresivamente pasan de ser cuatro trabajadores: los dos hermanos, Javi (chapista) y Pepín (pintor), a contratar más personal en función de la demanda de su actividad. No obstante, "no ha sido un camino de rosas", aseguran y reconocen que en sus sector también ha habido rachas. "Vas invirtiendo, haciendo cosas y sacando el trabajo adelante", apunta Mari Hidalgo, quien ya a finales de los años ochenta incorpora al taller a su hijo mayor, Roberto, que se inicia en el oficio con 16 años.

"Lo he vivido desde siempre y me gusta enredar", el mayor de los hijos de ‘Mari' y ‘Sioni' pasa su infancia rodeado de coches, entra como aprendiz y ya a la vuelta de la ‘mili', como hiciera su padre, se mete de lleno en el negocio. Ángel, un año y medio menor que Roberto sigue también sus pasos y después de cursar la Formación Profesional por la rama de Automoción entra en la empresa. La historia se repite, y como ya hicieron su padre y su tío, cada uno se dedica a un ámbito diferente: Roberto chapa y pintura y Ángel a la mecánica. Para completar el círculo, Carmen, la menor de los tres hermanos, entra también en taller pero en las oficinas, y en base a su formación de contable se encarga de la administración desde hace 23 años.

Hoy Talleres Hidalgo es una empresa prospera en el sector del automóvil en Campoo que ha ido ampliando sus instalaciones en Requejo con una veintena de trabajadores y en la que Mari, de 69 años, se resigna abandonar y sigue en activo, "no hago nada, algún recado y enredar", asegura, aunque todos los días acude al lugar de trabajo.

Con casi medio siglo de experiencia en el sector, la familia Higaldo echa la vista atrás y recuerda los cambios que ha experimentado el mundo del automóvil, "antes el trabajo era mucho mas artesanal", coinciden, "hacíamos piezas y reparábamos todo, y ahora se basa en la electrónica y las sustituciones". Además, subrayan la importancia de la inversión en herramientas y maquinaria, así como de la formación continua para seguir ofreciendo un servicio de calidad y acorde a los tiempos.

Mari Hidalgo, que fue el primero en tener una grúa para automóviles en Reinosa, ha perdido la cuenta de las veces que ha tenido que ir a reparar camiones y sacar vehículos siniestrados en las Hoces de Bárcena. "Lo mismo, arreglábamos un coche que un tractor, hacías todo lo que te mandaban y muchas veces salíamos del taller a las 11 o 12 de la madrugada", afirma. "Al cliente no se le puede decir que no le puedes atender, procuras darle un servicio porque te debes a él".

En aquella época, comenta el padre de familia, "comprábamos los coches siniestrados, los reparáramos y los modificábamos, eso se podía hacer, había que arreglarse con lo que había". Y prueba de ello fue alguna de las grúas que se hicieron a partir de la modificación de un Land Rover. "Ahora el coche enseguida se hace viejo, antes se reparaba todo, desde enderezar un eje hasta incluso empalmar dos partes para reconstruir un coche igual. Eso antes se hacía, además, todo era mucho más artesano y no había tanta prisa porque la gente no depende del coche tanto como hoy", añade Roberto.

"Siempre hemos comprado automóviles de segunda mano, los únicos nuevos son los vehículos de cortesía que tenemos para los clientes", aseguran desde Talleres Hidalgo. Por sus manos han pasado incontables vehículos, muchísimos Renault 12, "algunos duraban 20 días y otros 5 años", apunta Mari, que recuerda con especial cariño el Renault Dauphin que tuvo durante muchos años, el Mercedes que compró cuando se casó y, de sobremanera, la grúa original que aún conserva, una Dodge que compró en Valladolid por 35.000 pesetas, que cuando llegó a Campoo procedente del Sáhara Occidental después de la Guerra Ifni era un montón de chatarra pintada de color arena, y que ahora, con más tiempo, va restaurando poco a poco en el taller.

No obstante, como conocedores de un oficio que ha ido evolucionando con la tecnología, están convencidos de que "los coches nunca han sido ni más seguros ni mejores que ahora, pueden tener algún fallo, pero se debe a la cantidad de electrónica, pero siempre serán mejores, en todos los sentidos, desde la seguridad hasta la comodidad", opina Roberto.

De la chapa al carbono

Roberto Hidalgo, con 30 años de oficio en el sector, apunta algunos de los cambios que ha vivido como profesional, "cada vez hay menos chapistas porque no sale rentable, es más barato sustituir la pieza entera que repararla; antes un coche estaba en el mercado diez años y ahora no pasa de seis, cuando nos traíamos los vehículos accidentados para reparar te encontrabas con muchos casos en los que el motor se había metido entero dentro del habitáculo y estaban machacados por completo, sin mencionar el peligro que suponía la barra del volante cuando se producía alguna colisión".

Ahora, entre otros aspectos, están evolucionando mucho tanto los materiales como los sistemas de fabricación y eso repercute en la reparación y el mantenimiento de los vehículos. Desde su punto de vista, los coches no son lo que eran antes, por ejemplo el chasis, ahora la carrocería es monocasco, la electrónica cada vez tiene más peso en lugar de la mecánica, han mejorado las pinturas y su aplicación, todo se hace en seco, son pinturas al agua y cada vez hay menos disolventes, y eso sin entrar en el cambio de la gestión de residuos, que ahora está todo perfectamente controlado, cada cosa tiene su sitio para depositarse y hay un mayor respeto al medio ambiente".