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Sociedad | Norte de Burgos

Los ecos de la pirámide olvidada

Los ecos de la pirámide olvidada
  • El Puerto del Escudo alberga una singular construcción funeraria vinculada con los soldados de Mussolini

  • La historia y el misterio atraen a los visitantes a este inquietante punto de la N-623

El tiempo se ha parado en el lugar, el gris impregna este tramo de la otrora concurrida N-623. Allí la historia, el misterio y el olvido dejan su impronta, incitando al viajero a realizar un alto en el km 93. La pirámide corona el puerto, en el límite preciso entre las provincias de Burgos y Cantabria. El bastión de 20 metros de altura conmemora la caída, en Agosto de 1937, de 327 soldados italianos del CTV (Corpo Troppe Volontarie). El asalto a las posiciones republicanas apostadas en el Puerto del Escudo dio lugar a una cruenta batalla enmarcada en el contexto de la Guerra Civil, una pugna en la que centenares de combatientes, muchos de ellos italianos, cayeron. Así, la realidad de este sorprendente edificio, es que se trata de un mausoleo, encargado de albergar durante más de tres décadas los cuerpos de aquellos mártires de la causa fascista. La tumba dejaría finalmente de serlo, cuando en la década de los 70 los restos fueran trasladados a otro lugar.

Cualquiera puede hoy acceder a esta singular espacio, a través de una finca parcialmente cercada por un quitamiedos y algún que otro alambre de espino. Una oquedad abierta bajo la imponente "M" de la entrada (vinculada a Benito Mussolini), da acceso mediante dos puertas de forja, a un espectacular columbario con 360 celdas dispuestas de forma radial. Se trata de una sala circular con pequeños espacios cuadrados cubriendo toda la pared, en los que fueron dispuestas las urnas con los restos de los soldados caídos. Coronada por una pequeña cúpula con tragaluz, la estancia permite observar evidencias de lo que pudo ser un pequeño altar. En el suelo, a ambos lados de la puerta, dos angostos vanos evidencian la existencia de una segunda estancia. Accediendo a través de uno de ellos por una frágil escalera de hierro, penetramos lentamente en la cripta, donde se conservan los nichos en los que fueron inhumados los cuerpos de los militares de más alto rango. Aquí, de un modo inquietante, la calmada atmósfera que se respira en la planta superior se torna pesada e incómoda. El lugar desprende un calor extraño, difícil de definir, el suelo permanece cubierto por escombro y la altura del techo hace prácticamente imposible permanecer erguido por completo. El lugar es, sin duda, inquietante.

Pero, por si fuera poco, el halo misterioso que envuelve a la pirámide queda vinculado con otro trágico acontecimiento, acaecido en la llamada "Curva de los Italianos". Es este un giro, casi en la falda del puerto, en el km 339 de la misma vía, en el que en mayo de 1971 un conductor de autobús perdió el control de los frenos de su vehículo, con un resultado fatal; once muertos y decenas de heridos. Lo paradójico es que los pasajeros del auto siniestrado eran algunos exmilitares, supervivientes de aquella batalla del 37, que acudían junto a los familiares de las víctimas a visitar la tumba de los italianos.