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Sociedad | Campoo de Enmedio

'Doña Julia', una vida maestra

Entrevista con Julia Sebastián, la maestra de escuela que dedicó medio siglo de su vida a la educación en la comarca de Campoo, desde 1944 hasta 1989

La historia de ‘Doña Julia' en Campoo es una historia de amor y vocación. Del amor que siente por Mariano, su futuro marido, a quien conoce en su primera etapa como maestra en Suano, y su propósito por volver junto a él, a pesar del clima hostil en una zona donde las escuelas estaban desprovistas de servicios básicos como la luz o el agua corriente, sin carreteras e incomunicadas por las nevadas de posguerra, pero con la ilusión de vivir juntos. Y de vocación; la de ser la maestra de miles de campurrianos a los que formó, ayudó y educó para que tuvieran un futuro mejor en Suano, La Miña y Matamorosa durante una época en la que la consideración a los maestros, más que en el sueldo, se reflejaba en el respeto.

Hoy, a sus 93 años recién cumplidos, con una lucidez apabullante, capaz de enumerar de carrerilla el nombre y apellidos de los estudiantes que se grabaron en su memoria, así como de recordar divertidas anécdotas en las que siempre desenmascaró a sus pícaros e ingenuos alumnos, repasa en este vídeo su etapa de profesora en Campoo. Una vida maestra que cientos, incluso miles de escolares, desde treintañeros hasta octogenarios actuales, verán reflejada en la sabias palabras de ‘Doña Julia'.

Julia Sebastián nació en Ambrosero (Bárcena de Cicero) en 1924. Pasó su infancia en Santander. Allí estudió después bachillerato en el Instituto Santa Clara, con mucho esfuerzo por su parte y por la de su padre, cocinero, y su madre, ama de casa. Entonces muy pocas personas podían estudiar, y menos si eran mujeres. Siempre recuerda la durísima reválida que tuvo que superar en Valladolid. Después, quiso estudiar Farmacia, pero en el incendio de Santander se les quemó la casa y buena parte de los ahorros familiares, lo cual hizo que no pudiera irse a estudiar a otra ciudad. Estudió Magisterio, que era lo único que podía cursar sin salir de Santander.

En 1944, tras completar sus estudios y con solo 20 años, llegó como maestra a Campoo, al pueblo de Suano. Viajaba con su mejor amiga, Raquel, a quien le asignaron el vecino pueblo de Izara, donde ambas fueron a vivir. Desde allí caminaba diariamente hasta su escuela de Suano. Era tan joven que, un día, llegó un inspector y la confundió con una alumna. En aquella escuela rural tenía más de 50 niños y niñas de todas las edades. Con gran esfuerzo, puesto que muchos ni siquiera sabían leer, consiguió sacar adelante aquella escuela y que todos los niños tuvieran unos estudios básicos. En Izara conoció a Mariano, de Suano, con el que unos cuantos años después se acabaría casando y viviría toda su vida hasta el fallecimiento de este, en 2013.

Antes de casarse, incluso de ser novios formales, Julia se tuvo que ir muy lejos, al Valle de Soba, donde consiguió una interinidad estable para poderse preparar las oposiciones con las que optar a una plaza de maestra en propiedad. Volviendo a demostrar su inteligencia y su enorme capacidad de trabajo y tesón, aprobó aquellas oposiciones, sacando uno de los primeros puestos de toda la provincia. Con aquel puesto podía aspirar a los destinos más solicitados: cerca de Santander, con buen clima, buenas comunicaciones... Pero ella eligió una escuela disponible en Campoo, en el pueblo de La Miña. Siempre cuenta que el tribunal, asombrado, rompió el protocolo para advertirla de lo que estaba haciendo. Un pueblo sin luz, sin agua corriente, sin carretera, incomunicado por las nevadas, allí arriba. Pero ella lo tenía muy claro. Quería estar cerca de Mariano.

Tras unos años en la Miña, consiguió la plaza de maestra de Suano, esta vez en propiedad. Allí se casó y se estableció con su marido, y formaron una familia que les ha dado tres hijos y dos nietos. Pero no todo fueron alegrías. Sus comienzos en Campoo fueron años duros para ella. Tuvo que adaptarse a un ambiente nuevo, en plena posguerra, del que recuerda el frío, las grandes nevadas (algo a lo que no estaba acostumbrada), desplazarse caminando de un pueblo a otro, ayudar a la familia en algunas tareas del campo, cuidar de sus suegros cuando enfermaron...

A comienzos de los años sesenta, pasó a ejercer como maestra en las escuelas de Matamorosa. Este nuevo destino les permitía estar más cerca de muchos servicios y, a su marido, más cerca de su trabajo en la Cenemesa. Pero tampoco fue fácil, dado que llego a tener a su cargo a 120 niñas, en una escuela que estaba desbordada. Más adelante, fue una de las maestras fundadoras de las escuelas nuevas de Matamorosa, donde ejerció durante casi dos décadas. Tras prepararse para ser maestra de segunda etapa, en estos años fue tutora de octavo curso de EGB. Vivía junto a la escuela, y ésta ocupaba buena parte de su vida. Aquellas escuelas concentraron a los alumnos de muchos pueblos de la comarca. Julia contribuyó decisivamente a su buen funcionamiento, incluyendo la puesta en marcha de servicios de comedor y transporte escolar para los niños que se desplazaban a Matamorosa desde otros pueblos.

Julia se jubiló en 1989. Unos meses más tarde de lo que la correspondía, ya que así se lo pidió el Ministerio y no quiso abandonar a sus estudiantes a mitad de curso. Así fue ella hasta el final de su larguísima carrera profesional, de casi 50 años, marcada por una enorme vocación y labor de servicio público. A partir de entonces vivió con Mariano entre Santander, en invierno, y Suano, en verano. Esto último cada vez menos, porque los años han ido pasando. Acaba de cumplir 93 años. Mantiene una buena salud y una muy buena cabeza. Inteligente, aún brillante por momentos. Tiene una excelente genética (su madre vivió hasta los 99 años, casi todos con muy buena salud). El Valle de Campoo y los campurrianos que tuvo como alumnos y alumnas, cuyos nombres y apellidos en muchos casos aún recuerda, son una parte imborrable de su vida. Ella sigue siendo también una testigo viva de un tiempo único.