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Cultura | Cantabria

La Colección Norte vuelve a la Biblioteca Central con la muestra ‘Valgo mi peso en oro'

La Colección Norte vuelve a la Biblioteca Central con la muestra ‘Valgo mi peso en oro'

Se trata de la tercera exposición realizada con fondos institucionales y aborda las distintas perspectivas del cuerpo centradas en la geometría y la identidad

La sala de exposiciones Concepción Arenal del Archivo Histórico Provincial acoge desde hoy la muestra ‘Valgo mi peso en oro. Perspectivas sobre el cuerpo en la Colección Norte', una selección de obras de la Colección Norte que confronta distintas perspectivas sobre el cuerpo. Organizada por la Consejería de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Cantabria y comisariada por Marta Mantecón, es la tercera muestra realizada con los fondos institucionales, tras las propuestas de Luis Alberto Salcines y Carmen Quijano, centradas respectivamente en la geometría y la identidad. La muestra tendrá su continuidad el próximo añocon el proyecto comisariado por Gloria Bermejo en torno al paisaje.

‘Valgo mi peso en oro' plantea una reflexión sobre las implicaciones estéticas y políticas de la representación del cuerpo en la Colección Norte a través de una serie de piezas que abordan su materialidad desde un posicionamiento multidisciplinar, en un momento en que las nuevas formas de relación a distancia mediadas por la dependencia hacia las tecnologías digitales, ha vuelto obsoleta la noción de cuerpo.

El título procede de una de las obras incluidas en la exposición de Amaya González Reyes, una peana dorada de 63 kilos inscrita con el epigrama ‘Valgo mi peso en oro', cuyo precio corresponde al de su peso en oro en el momento de la venta, aludiendo irónicamente a su propia práctica como artista, pero también al valor del cuerpo en la sociedad actual.

La muestra incluye cerca de una veintena de obras de distintas disciplinas (pintura, dibujo, fotografía, escultura e instalación) que recorren un arco cronológico de dos décadas, de 1990, fecha a la que pertenece la escultura "Ícaro visto bajo tierra" de José Cobo, hasta 2010, en que fueron realizadas la pintura en formato de tondo ‘BleedingHeart' de Aaron Johnson o la fotografía ‘Bed' de Sandra Rocha.

La selección reúne artistas de diferentes generaciones vinculados a Cantabria, como el Premio Nacional de Artes Plásticas Juan Navarro Baldeweg, Daniel Gutiérrez Adán, José Cobo, Concha García, José Luis Vicario, Fernando Navarro Vejo, Zaira Rasillo o el Equipo ACAI, formado por Laura Escallada, Laura Irizábal y Zaida Salazar. Se han incluido también artistas de otras procedencias de la geografía española, como Marina Nuñez, Soledad Córdoba, Ángeles Agrela, Laura Torrado, Jorge Galindo, Victoria Diehl y Amaya González Reyes, así como nombres de otras latitudes, en el caso de la artista serbia Marina Abramovic, la portuguesa oriunda de las Azores Sandra Rocha o el estadounidense Aaron Johnson.

La representación del cuerpo ha sido una constante en el arte a lo largo de toda su historia que nos ha proporcionado una imagen fehaciente del estado de una determinada cultura en cada momento.

Los artistas que vertebran el proyecto han problematizado sobre estas cuestiones desde diferentes puntos de vista que nos proporcionan todo un repertorio de enunciados posibles: el cuerpo valioso (Amaya González Reyes), el cuerpo caduco (Fernando Navarro Vejo), el cuerpo diseccionado (Ángeles Agrela), el cuerpo híbrido (Marina Núñez), el cuerpo encarnado (Equipo ACAI), el cuerpo en metamorfosis (Soledad Córdoba), el cuerpo abatido (José Cobo), el cuerpo vulnerable (Victoria Diehl), el cuerpo censurado (Zaira Rasillo), el cuerpo ausente (Sandra Rocha), el cuerpo proscrito (Daniel Gutiérrez Adán), el cuerpo disidente (Aaron Johnson), el cuerpo cautivo (Concha García), el cuerpo simbólico (Laura Torrado), el cuerpo presente (Marina Abramovic), el cuerpo que se expande (José Luis Vicario), el cuerpo como huella (Juan Navarro Baldeweg) o el cuerpo como mascarada (Jorge Galindo).

Se trata, en suma, de hacer presente el cuerpo y situarlo de nuevo en escena como campo de batalla o dispositivo productor de enunciados, portador de un mensaje político e identitario que posibilita la construcción de una obra siempre inacabada.